GINEBRA, Suiza.- El aumento del estrés térmico en el trabajo, consecuencia del cambio climático, causará la pérdida del 2,2 % de las horas de trabajo globales hasta 2030, equivalentes económicamente a 2,4 billones de dólares, advierte la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en un informe publicado este lunes.
La pérdida de productividad sería también comparable a 80 millones menos de empleos a tiempo completo, se indica en el documento, que sus autores, los expertos de la OIT Catherine Saget y Nicolas Maitre, presentaron en rueda de prensa en medio de la ola de calor que azota estos días buena parte de Europa.
“Se trata de una estimación muy conservadora, que toma en consideración un incremento de temperatura de 1,5 grados hasta finales de siglo, así que se trata del ‘mejor’ escenario posible”, subrayó Maitre a EFE.
El estrés térmico se produce cuando el cuerpo humano alcanza el límite de calor que puede soportar sin padecer degradación fisiológica y, por lo general, ocurre a temperaturas ambientes superiores a los 35 grados en condiciones de elevada humedad.
En la jornada laboral, este estrés restringe las funciones y aptitudes físicas de los trabajadores, su capacidad laboral, y en consecuencia disminuye su productividad, además de suponer un riesgo para su salud porque en casos extremos puede causar insolaciones incluso mortales.
En el estudio se prevé que las regiones más afectadas por este problema sean aquéllas en las que los trabajadores son ya más vulnerables, como µfrica Occidental y Asia Meridional, por lo que el fenómeno puede contribuir a una mayor desigualdad económica y de desarrollo en el planeta.
“Cabe esperar un aumento de la disparidad entre los países de menor y mayor nivel de ingresos, un empeoramiento de las condiciones de trabajo de las personas más vulnerables, y desplazamientos de población”, explicó, por su parte, Saget.
Para hacer frente al desafío, la OIT recomienda la puesta en marcha de políticas a escala nacional que incluyan infraestructuras adecuadas contra el calor, sistemas de alerta temprana para hacer frente a los fenómenos térmicos, y una mejor aplicación de las normas internacionales de seguridad y salud laboral.
“No hemos calculado cuánto costaría esa inversión, pero cuando se calculan pérdidas de unos 2,3 billones, se ve como una buena opción para mitigarlas”, subrayó Maitre.